martes, 16 de octubre de 2012

Inercia

No hay tiempo, no pares, no mires atrás más que fugazmente, no detengas tus pies, aunque te duelan, no te canses, o no te des cuenta del cansancio, o no te dejes abatir por él aunque te tome todo el cuerpo. Sí, son las doce y cincuenta y siete de la noche y vos seguís corrigiendo textos, pero es ahora, no podés parar todavía, hay que aguantar la tormenta estando en pie, hay que seguir, hacia adelante, hacia fin de año o la muerte o lo que sea, hay que avanzar y crecer y tratar de ir haciéndose, aprender sin parar, sin pausar, sin rendirse. Hay que sobrevivir mientras se tenga aliento, y lo tenés, no hay excusa para que no lo tengas, es ahora, acordate, nunca vas a ser así de joven otra vez. Así que respirá hondo y ponele ganas y énfasis y dejate el alma en todo lo que hagas, en cada palabra, en cada idea, en cada uno de los besos, en la redacción de un mísero cupón, en una ida al kiosco, en la mano que te lleva de paseo, en el boleto del ómnibus, en ese vestido que querés lucir, en una charla con amigos, en un artículo aburrido, en una ducha, en un juego, en el consuelo del llanto de una amiga, en la sonrisa con que entrás a la agencia, en el saludo, en el mail de felicitación, en los sueños, en la carcajada, en las preguntas y en el momento último del día en que cerrás los ojos, aunque ya sea mañana y estés pensando en la infinita lista de quehaceres de hoy. Dormí como si te alcanzara con la mitad y despertá como si hubieras dormido el doble. Reíte fuerte. Sumá. No hay tiempo para otra cosa, ni quejas, ni lamentos, ni vacíos. Estás llena y es ahora. Viví. 

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