jueves, 1 de noviembre de 2012

Burnout

Me voy. Me voy a 500 kilómetros de la rutina, por tres días. Tres días es poco pero es lo que tengo para escapar. Hoy en día los escapes son controlados, con fecha de vencimiento. Este es el lujo que me puedo dar, que me quiero dar, que necesito. Como necesito comer o tomar agua. Preciso que mi cerebro respire hondo y descubra dónde está parado, porque viene funcionando a base de vértigo y cansancio. Claro que a la vuelta es más de lo mismo, y lo mismo me gusta, pero este pequeño intervalo de verde en un calendario en rojo me va a hacer intensamente feliz, creo. Quiero irme a donde más me encuentro, entre viento y balidos, barro, pasto y atardeceres. Alejarme y ver. O no ver nada, encerrarme en tres días de mí misma. No me importa. No quiero pensar. O sí quiero pensar. No sé. Me vienen a buscar en media hora, pero mi cabeza ya huele el campo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario