jueves, 29 de noviembre de 2012

Diciembre

Ya estamos. Se acaba noviembre y empieza fin de año. No es diciembre, es fin de año. Y mejor si se pronuncia todo junto, tipo findeaño. Se acumulan despedidas y reuniones y eventos y cumpleaños y asados y actos y cosas como si fueran interminables panes de un sandwich gigante.  Se acumula trabajo, también. Y a la vez, se terminan ciclos y en otros aspectos soy un poco más libre. Libertad bien ganada, creo. Un paso importante en la escalera hacia... no sé hacia donde, pero hacia algo por ahora invisible. 

Descubro cosas. Por ejemplo, que me gusta escribir para radio. Que salen mis primeros avisos en televisión. Que esperan cosas grandes de mí. Que hago reír. Que me valora gente que admiro. Que me votan para premios de twitter. Que estoy poquísimo en casa y cada segundo en familia cuenta, porque son escasos. Que el cansancio es la norma, y sin embargo, puedo más que él. Que sobreviví a los 6 meses de más trabajo de mi vida. Que los sacrificios valen la pena y que hay gente que de verdad te quiere ayudar. Que ser profesional es difícil, pero no estoy tan lejos. Que aprendo y a la misma vez parece que me queda demasiado por aprender. Que no debo dudar tanto de mí. Que las cosas buenas salen con trabajo y no mucho más. Que hay gente similar a mí por ahí y no es tan raro encontrarla. Que la sinceridad tiene sus pros y sus contras, pero siempre tiene más pros. Y que generalmente las intuiciones son correctas. 

Todavía queda un mes, y es el mejor mes. Hace un año estaba en Madrid, trabajando en otra agencia y con un futuro netamente incierto. Hace dos años estaba en Madrid también, empezando un máster y chocándome con el primer mundo. Cómo cambia todo y se mueven las piezas y se tuercen los caminos y de golpe estoy donde más quiero estar. Cada escalón tuvo su razón de ser y su aprendizaje y su proceso y su duelo y su sangre y sus carcajadas. Sé que no soy perfecta, a veces me regodeo en mi imperfección, me jacto de ella. No debería ser tan así, pero de verdad estoy contenta con el engendro que soy. Todo es mejorable, pero estoy cómoda en mi esencia, creo. No sé bien a dónde voy, pero voy para algún lado, y voy bastante rápido además.

Todavía queda un mes, y es el mejor mes. Diciembre huele a jazmines. También huele a que cumplo 26 años, a que vuelve mi hermana, a Navidad, a alguna escapada al norte y a cosas que van a pasar, que todavía no sé bien cuáles son. Porque diciembre sucede. Y es mi mejor época. 

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