Caer no siempre es malo. Cada tanto te das cuenta de que lo que estás trepando no es lo que de verdad buscás, no es tu montaña, y aunque estés un poco alto ya, te soltás y caés. Y abajo hay un pelotero, o un colchón, o nada más que cemento. Lo lindo es cuando aterrizás en algo mullido y cálido y te percatás de que es un abrazo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario