jueves, 31 de mayo de 2012

La era del odio

Soy la primera en saltar cuando veo algo que no me gusta. Pero últimamente noto que en algunos círculos, o redes, o lugares, se critica demasiado. Más bien se critica todo, porque queda bien. La postura general de intolerancia hacia alguien domina a la masa, y como queda un poco mal pensar distinto, vamos todos con el palo a darle a fulano.

En twitter, por ejemplo, reina esta mentalidad (un tanto hipócrita). Como todos odian a Pedro Bordaberry, a Ignacio Álvarez, a Victoria Rodríguez, a Ricardo Arjona, medio que ganás en popularidad si sumás tu granito de arena al desprecio general. Esos nombres son sólo ejemplos. Tampoco creo que los odien tanto. Pero el chiste diario está ahí. Y también está la situación inversa: los alabados hasta el infinito, loables en todas las facetas de su existencia y adorados sin mesura.

No creo que esas personas que son foco del escarnio público en determinados ámbitos hagan todo mal. Ni que las otras se conduzcan siempre celestialmente. Creo que se pierde un poco el eje de la balanza al interactuar en grupos grandes de gente a la que no conocés tanto. Se instauran "corrientes" de pensamiento, rechazos hacia tales tipos de personas, cultos desmedidos, verdades absolutas que lo son sólo a nivel general, porque si uno escarba, seguro que la adherencia individual a esas posturas es superficial, y de una forma u otra nos alejamos de ellas en las decisiones y acciones que tenemos día a día.

A mí me gusta el programa de Álvarez y su tipo de periodismo. Me pareció más o menos correcta la respuesta de Victoria Rodríguez a la carta abierta que le escribieron, y no le resta mérito que se emocione (¿se permite llorar en la tele por cantar una canción, pero no por defender los valores que uno tiene?). Voté a Pedro Bordaberry porque me parecía la menos mala de las opciones presidenciales. Y contra Arjona no tengo nada, excepto que es un poco meloso de más, pero me parece que tiene habilidad con las palabras.

Me pudrieron los estereotipos. Me cansa la tendencia general y tener que seguirla. Me aburre la exaltación gratuita de personalidades. Me frustra lo cerrada que se vuelve la gente a veces. Me asusta el poder de esas cosas invisibles que anidan en conjuntos de personas. Me preocupa la necesidad de pegarle a alguien para ser bien visto.

Y nada, quería decirlo.

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