jueves, 1 de julio de 2010

periplo (VII) - disturbios en atenas

va tarde lo que escribi hace 2 dias, pero no tenia internet hasta ahora.

29/06/2010

Hoy fue un día emocionante. Resulta que por la huelga general (de todo, hasta de los relatores del partido del mundial en la televisión) no había ferrys hoy ni vuelos internos, así que mañana recién nos vamos a santorini, básicamente a pasar la tarde y la noche, porque el jueves ya volamos a rodas.

Anoche me acosté después de bañarme y se me cerraron los ojos así que no salí a cenar con los demás. Y hoy de mañana, como todos los días, las primeras pisadas al bajar de la cama fueron mortales. La caminata hasta el baño me estimula el dolor de pies permanente, y cada día cuando piso por primera vez, sufro. Después se tolera, pero ese inicio es terrible.

Después del ya clásico desayuno griego (el mío es duraznos en almíbar o peras, más algunas galletas ricas que hay, más una tostada o croissant con manteca y mermelada de fraula –frutilla en griego-, más café y jugo de naranja –o sea, comer como para no necesitar volver a ingerir nada hasta las 3 o 4 de la tarde tranqui-) salimos para la acrópolis otra vez. Lo primero que nos llamó la atención fue que la puerta grande del hotel estaba cerrada con persianas, y las dos chicas de vidrio de los costados tenían unas puertas de chapa encima, abiertas, pero que tenían unas ventanitas chicas de vidrio que estaban apedreadas. Ahí pensamos que algo podría pasar, pero como todo lo demás estaba normal, no nos preocupó mucho.

A la acrópolis no subí, fui con mi madrina a darle la vuelta. Mis padres fueron con mi hermana menor que llegó ayer recién. Mi otra hermana se quedó durmiendo.

Resulta que a eso de la una nos encontramos con los que habían subido, que dijeron que había mucha menos gente que ayer, quizás por el paro. En una placita del plaka esperamos a que viniera Silvia, la señora paraguaya que trabaja en mactravel, la sucursal griega de nuestra agencia de viaje, q nos saca los pasajes de los ferrys y nos quería cobrar cientos de euros por llevarnos al aeropuerto. Pero pobre doña, se preocupó por nosotros en plena crisis griega.

Una vez hecho el traspaso de tickets, mi hermana y madre decidieron quedarse en plaka para hacer compras y recorrer. Papá quería ir a un mcdonalds (se ve que no desayunó tanto) y yo le dije que lo acompañaba, y mi madrina también. Yo me acordaba que en la plaza sintagma había uno, es la plaza que queda frente al parlamento donde el domingo de mañana vimos el cambio de guardia (eso me olvidé de contarlo, eran unos soldados muy curiosos, llegaron desfilando con sus polleritas blancas y calzas blancas, chalequito colorido y pompones en los zapatos. Tienen un paso marcial muy raro, algo cursi, y tocaban marchitas y el himno. Resulta que las polleritas tienen 400 pliegues, porque surgieron en la batalla para liberarse de los otomanos, después de 400 años de dominación, eso lo leí hoy en el desayuno).

Resulta que llegamos a la plaza sintagma y había ruido de manifestación. En efecto, había una manifestación que llegaba dándole la vuelta a la plaza y se empezaban a parar frente al parlamento. Tenían pancartas y cantaban, pero no sé qué cantaban porque obviamente era todo en griego y todavía me es incomprensible. Pero no estaban muy felices y eran muchos. El noticiero dijo que dos mil, pero papá dice que eran unos cinco o seis mil. Con papá y mi madrina los miramos y no nos pareció muy heavy al principio. Cruzamos hacia adentro de la plaza y nos paramos frente al parlamento a mirar. Ahí empezamos a ver a algunos muchachos vestidos de negro, con pañuelos alrededor del cuello y banderas, pero enrolladas en los palos, o sea que en sí eran palos. Y ya nos pareció un poquito más preocupante. Y de repente la gente empezó a gritar más fuerte, la cosa se puso espesa, y los policías que había por ahí, caminando alrededor de los manifestantes como para contenerlos, se tuvieron que agrupar porque les entraron a tirar botellas. Y ahí salió el gas lacrimógeno y yo, que era la que estaba más asomada, grité “gas” y toda la gente empezó a salir corriendo, sobre todo los curiosos, que éramos muchos, hacia el medio de la plaza. Ahí nos juntamos con papá y mi madrina y tosimos un poco, como todo el mundo alrededor nuestro. La gente entró a sacar pañuelos.

Nos volvimos a asomar, y yo filmaba con la cámara de mi madrina. (no vaya a ser que me salga un curro como corresponsal!). Había una papelera incendiada ahí nomás, y feo olor a plástico quemado. Ahí se armó una gresca tremenda, los policías protegían las escaleras de subida al parlamento y los loquitos de negro, que ya tenían máscaras de gas puestas y algunos hasta lentes de agua, tiraban piedras y botellas con todo. Y ahí tiraron más gas y fue absolutamente insoportable. Me empezaron a arder los ojos terriblemente, y me los refregué y fue mucho peor, me lloraban, y la garganta me picaba, la nariz, todo. Bajé las escaleras de vuelta a la plaza sin ver mucho, papá y mi madrina también. Era surreal, porque en la plaza había turistas comiendo helado. Otra gente se echaba una especie de pomada blanca en la cara, creo que es para que no les afecte el gas, pero ni idea. Y había gente mirando con tapabocas, tipo los de la gripe A. O sea que ya sabían lo que se venía. Fuimos a una fuente al costado de la plaza a lavarnos la cara porque no veíamos nada, y se me pasó un poco el malestar.

Ahí empezamos a caminar por la calle paralela (fillelinon), hacia el hotel, que en realidad queda en la calle principal (la 18 de julio de atenas, dice papá, que se llama veniselos o panepistemiou, no nos queda claro), directamente hacia donde iba la manifestación. O sea que si la marcha seguía por donde iba (que calculábamos que sí), iban a pasar por delante de nuestro hotel, que quedaba en la vereda de en frente a la que estábamos, así que se nos iba a complicar un poco llegar hasta ahí si había más lío.

El lío en realidad seguía en el parlamento, aunque la marcha había continuado, así que la seguimos por la paralela y nos asomábamos en algunas esquinas. En una nos asomamos bastante y vimos que había unos policías organizados frente a un edificio (creemos que era un banco o algo así). La cosa se estaba poniendo densa alrededor de ellos. Nosotros estábamos en la esquina y eso era a media cuadra. Yo empecé a ver que alrededor nuestro se iban juntando varios de esos individuos de negro con pañuelos en el cuello, de actitud sospechosa. Y un tipo de remera celeste me habló en griego y me señalaba como para que me fuera. A la segunda vez que hizo eso y yo no entendía nada le dije a papá, que estaba feliz observando todo, que me parecía que el señor nos estaba echando y que se había llenado de loquitos alrededor nuestro. Y de repente a los policías a media cuadra les entraron a tirar piedras y botellas y hasta cosas prendidas fuegos, sonaron estrépitos y la gente entró a correr como loca y a gritar, y mi madrina y yo salimos corriendo calle abajo, y papá atrás, y nos refugiamos entre unas columnas. A papá le había entrado pila de gas, y le costaba ver. Pero estaba fascinado con cómo los policías habían agarrado a uno de los manifestantes violentos. Nos fuimos de ahí, y yo le comenté que habíamos estado al lado de los tipos rebeldes, y papá feliz con que era un comando revolucionario y haciendo conjeturas de cómo era la estrategia de la policía.

Seguimos caminando por la paralela y viendo líos en las esquinas, policías contra loquitos de negro, que según mi madrina tenían los bolsillos cargados de piedras. Estaba la manifestación justo entre nosotros y el hotel, y no podíamos cruzar. Decidimos que lo mejor era alejarnos de los policías, porque al final era lo más inseguro, siempre les tiraban de todo. Y estaba lleno de grupitos de policías por todos lados, todos caminando en la misma dirección que nosotros, hacia la plaza omonia, que queda a una cuadra de nuestro hotel.

Resulta que después de líos varios, la manifestación llegó a omonia, y nosotros pudimos cruzar la calle. El hotel había cerrado todas las puertas, pero había un señor que nos abría si golpeábamos. Pero nos quedamos mirando cómo corría la gente en omonia, y los loquitos revolucionarios prendían fuego unos contenedores que ponían en medio de panepistemiou, y se oían gritos y disparos (balas de goma? Bombas brasileras?), y en una los policías se juntaron y los sacaron corriendo por una calle lateral, y empezaron a aparecer motitos de la policía con sirenas (unos scooters medio ridículos y en algunos iban de a dos) que los perseguían. Un quilombo bárbaro. Pero se diseminó la turba creo, porque después de eso empezó a haber tráfico normal. Seguía siendo surrealista, porque aunque todas las tiendas bajaron las persianas y algunas hasta cerraron del todo, el viejo que vendía roscas en su carrito en la calle seguía ahí sentado, y la manifestación le había pasado casi por encima! Y estaba lleno de gente parada en los canteros de la calle mirando, como nosotros.

Resulta que, sobreexcitados y adrenalínicos, nos metimos en el hotel, a esperar a mi madre y hermana que llegaron de plaka sin haberse enterado de nada. Y al rato salimos y en la calle todo estaba normalísimo, las tiendas abiertas, gente comprando, y ni rastros de ningún disturbio. Sólo después vimos que cerca de la universidad había unos escalones todos partidos, de donde sacaron los cachos de mármol para tirarle a la policía, y todas las paradas de ómnibus destrozadas, vidrios tirados y alguna que otra vidriera con pedradas.

Eso fue por lejos lo mejor del día. La verdad es que fue muy loco y emocionante, y me gustó haberlo visto y vivido. Es un baño de realidad, es violencia y es triste, pero es conocer lo que pasa en un país que está en la ruina, ver que la gente está descontenta y no sólo pasar como un turista choto mirando los monumentos antiguos. Y si algún día fuera periodista, es ese tipo de cosas que me gustaría cubrir. Es que no deja de ser altamente emocionante. Y sí, me gusta el riesgo! Y estaba buenísimo ver cómo los periodistas iban en medio de todo, con la cámara en alto y máscaras de gas en la mano, listos para cualquier cosa. Un fotógrafo iba sacando fotos entre la policía y los manifestantes heavy, o sea, justo en el medio de la olla hirviendo! Y no deja de ser una locura fascinante.

A papá y mi madrina también les gustó haber estado. Creo que también nos gustó porque no murió nadie… Capaz que si hubiera tenido resultados más serios no lo hubiéramos sentido como una aventura y habríamos tenido más miedo de verdad. Sólo cuando salimos corriendo a escondernos entre las columnas tuve miedo. Después lo viví con curiosidad y emoción.

En esa calle fillelinon hay un banco que se incendió hace poco, y en la puerta del edificio clausurado está lleno de flores marchitas y peluches y carteles y ofrendas. Es que en otra manifestación en mayo lo incendiaron y murieron 3 personas, una estaba embarazada. Y en diciembre un policía mató a un joven de 15 años en otra marcha, así que desde entonces la gente está caliente y las cosas se ponen bravas. Bueno, cuestión que Grecia está en el horno. Y hoy lo vimos clarito.

Después de tarde fuimos finalmente a mac donalds, pero el de la plaza omonia, donde no quedaban ni rastros de los incidentes. Y de ahí a la colina lycabettus, donde hay una especie de teleférico (pero va por adentro de un túnel, un bodrio), y subimos a 227 metros de altura. Es la colina más alta de atenas y se ve todo alrededor, muy muy lindo. Me saqué una foto con un perro ateniense que había ahí arriba. Está lleno de perros por todos lados, parecen callejeros porque andan sueltos por donde quieren, pero son tiernos y están gordos, aunque no limpios, y todos tienen collar. Ahí tienen una chapita que dice el número de teléfono del dueño. También venden postales y calendarios de los gatos de atenas, como que fueran algo típico, vimos algunos sí, pero vi muchos más perros, la verdad.

Y ahora comimos en un goody’s, una especie de cadena de sándwiches y burgers, y al hotel a hacer la valija, ver Portugal España y dormir, porque mañana a las 6 nos tomamos un taxi al Pireo (puerto de atenas) a tomarnos el ferry (que esperemos que salga) a Santorini.

Viendo que escribí 3 páginas de Word, voy a dejar por acá. No sé cuándo podré publicar esto, esperamos tener Internet gratis en los próximos hoteles, de lo contrario nos vamos a fundir muy pronto…

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