miércoles, 19 de diciembre de 2012

Hormigas

Llegar. Saludar en el camino hacia el segundo piso. Traspasar la puerta de vidrio, que es como entrar en casa. Prender la computadora con la punta del pie y toda la motricidad fina que eso me implica. Depositar la cartera. Sacar los lentes. Sacar el celular. Agarrar la comida y subir a ponerla en la heladera. Lavar los lentes. Ponérmelos. Ver en el espejo que no hay caso. Sentarme en mi silla. Contraseña. Abrir el mail y la intranet. Ver todo lo que hay para hacer. Generalmente es mucho. Hoy no tanto. Mirar a través de la sala. Múltiples veces. Levantarme. Ir a buscar agua y eso. Bajar las escaleras dando saltitos. Volver a sentarme. Cumplir con alguna orden. Pasar por el estrecho que se forma entre la silla de mi compañero de mesa y la pared. Percibir su molestia. Ir y venir. Subir, bajar. Bajar más abajo. Mirar la hora. A veces no, a veces no necesito mirarla. Espiar entre las computadoras, desde mi pequeño rincón. Hacer listas y tachar cosas. Atender el teléfono, poco, por suerte. Almorzar. Ir a Cuentas. Ir a Producción. Ir al baño. Juntar plata y encargues para ir al quiosco. Salir esos 10 minutos, tomar aire, tomar tres rayos de sol. Volver. Agarrar la pelota de rugby desinflada. Caminar por la sala tirándola para arriba, atajándola a veces. Charlotear. Sentarme. Parecer ocupadísima cuando vienen los jefes. Pensar alguna cosilla. Ver videos. Pasear. Corregir. Concentrarme un rato de ser posible. Chusmear lo que hacen los demás. Redactar avisos de último momento. Nunca hay un último momento. Buscar mis tuppers. Juntar mis cosas. Esperar mientras se apaga la pc. Saludar al portero. Abrir la reja. Subirme al auto y escaparme al parque.      

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