miércoles, 5 de diciembre de 2012

Las cosas chiquitas

Las cosas chiquitas tienen un encanto particular. Como el ruidito de las llaves de papá en la puerta, que nunca es el mismo que el ruidito de las llaves de mamá. O el resto de ensalada de fruta en la heladera. O encontrar un pelo de mi gato pegado a la manga de un buzo que me llevé de viaje. O que alguien te ceda su porción de toblerone. También que el caudal de agua de la fuente haya aumentado para tapar los caños, y ahora se vea importante y linda. Un mail de dos palabras y una carita feliz. Un "buen trabajo" de quien te mandó hacerlo. La rambla de mañana. Que te enseñen a tirar la pelota de rugby. Encontrar el regalo perfecto. Un secreto sólo para mis oídos. Acelerar. Una lista de tareas absolutamente toda tachada. Una idea chiquita que se cuela y la eligen. Un pelo que cae en el lavatorio formando un corazón. Una maxifalda roja. Una invitación a jugar al tenis. Una libretita. Un caramelo toffee de peaje. El vientito al escapar esos cinco minutos para ir al quiosco. Que mi padre irrumpa en mi cuarto a las doce de la noche sólo para saludarme, porque no me vio en todo el día. Una cortina que se mueve invitando al fresco. Ver el Río de la Plata mientras desayuno. Una flor en un lugar insospechado. La risa de mis abuelos. Una mano de niño buscando la mía. Estrenar un vestido. Cobrar. Un after office. Un tiro libre que me sale fuerte. Un prospecto de fin de semana. Mensajes de amistad. Empanadas bien infladas. Auriculares nuevos. Sentarme en el suelo con moquette. Dormir sin sueños. 

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