jueves, 20 de diciembre de 2012

Permiso

Permiso. Vine a desnudarme. Siempre vengo a eso, pero hoy vengo particularmente a eso. A quitarme la piel. A mostrar mi congoja en carne viva. A que se note cómo transpira cada uno de mis poros, evacuando miserias. Vine a sacarme la ropa, botón a botón, y depositarla junto a mis máscaras en el suelo. Vine a quedarme sólo con la transparencia puesta. Para que todos me vean. Para que descubran lo que oculto, que es muy poco, pero es parte de lo que esconde el algodón, el jean, el maquillaje, los anillos, la trenza en el pelo. Me vine a poner de pie bajo la luz que me vuelve nítida, imperfecta. El foco me mutila y me hace real. Me vuelve descifrable.

Permiso. Vine a desvestirme. Así como vacío los hojales, voy desabrochando mi cadena de certidumbres. Las desprendo de mí. Cae la tela. Cae hasta el perfume. Me quedo con mi olor, mi miedo, mis lunares. Es lo único cierto. Al fin y al cabo soy un conjunto de órganos envueltos en una bolsa de vida. Me desato los misterios del pelo, y lo sacudo, para que pierda la forma, para que gane el peso de su longitud. Nunca estuvo tan largo. Nunca brilló tan poco. Me sostengo erguida, con los pies firmes y las uñas torpes. Con la cabeza recta, con la espalda cubierta por los mechones libres. Me hago verdad y el espejo me devuelve ironías. 

Permiso. Vine a revelarme. Estoy acá para pisar las sombras descalza y evidenciar mi blancura. Para que no se dejen de ver las cicatrices, las marcas, el pánico. Para que el silencio se me enrosque en la lengua. El temblor de mi cuerpo a cada paso va a ser inevitablemente juzgado en cámara lenta. La sangre, clandestina, subcutánea y verdosa, va a aflorar en un rubor afligido. La sonrisa va a faltar con aviso. Los ojos van a abrirse nada más que para ser contemplados. Para ser vistos, sin ver. Voy a ser sujeto. Objeto. Víctima. El interior de una televisión desarmada. Voy a ser el acto de contar un secreto. 

Permiso. Vine a desarmarme. A mostrarme pieza por pieza, desencajada, sin repuestos, puzzle a medias. Un organismo pensante que se sacó las ideas, el llanto, las conjeturas. Me los dejé en otra geografía. Hoy vine a desnudarme, a quedarme así, loca, genital, harapo, constelación. A que me descubran animal y pobre. Con una limpieza tal que hace que los defectos brillen. Vine a que me golpeen con prejuicios y ellos se escurran por los pliegues de mi franqueza. Vine a ser despojo. A quedarme lo más cerca de la nada que puedo estar. Ser fibra, líquido, grasa, microcosmos. A dejar el vidrio del alma tan traslúcido que alguien lo traspase sin querer, y lamerle los cortes y curarle el ardor y llenarle el corazón de vendas para que el dolor se amortigüe. 

Permiso. Vine a dejarme querer. 


  


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