martes, 10 de agosto de 2010

a falta de pan...

definitivamente no hay como la torta rogel (o de alfajor, o milhojas). es la zeus de la mitología de las tortas. es la cúspide de la pirámide alimenticia. es la culminación máxima de la vocación del dulce de leche. es la droga de los golosos. es de las pocas razones por las que ser gordo es bello. es irresistible. es única. es la perdición.

te amo torta rogel, y nunca voy a preferir otras tortas en los cumpleaños. aunque me duela la panza por haber comido dos o tres o más pedazos de tí, lo toleraré con gusto. tu cobertura de merengue (todo lo maravilloso tiene algo que lo afea) no es excusa para no probarte, porque yo sé que bajo esa capa blanca y fofa hay una dulce solidez, una textura compacta de puro deleite, esa extraña y maravillosa orgía de finas capas de masa y armonioso dulce de leche, todo unido en una gran tajada llena de calorías exuberantes, una explosión azúcar concentrada en la proporción justa de la felicidad.

y cuando en vez de merengue, tenés una corona de chocolate, ya no me puedo alejar de tí. me rindo ante tu divinidad, te devoro, y me postro frente a la majestuosidad del plato pegoteado y vacío. god save the queen.


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