jueves, 19 de agosto de 2010

the witch in me



hay días en que aflora la bruja que hay en mi interior. a veces es por un comentario simplemente macabro (aunque nunca es uno solo). a veces es la fealdad latente que se manifiesta en forma más patente, como cuando recién me levanto y mi pelo no entiende de leyes de gravedad, un grano pérfido se ubica en mi nariz y mi ceño malhumorado es una alerta para que nadie me hable. a veces es porque quisiera echarle un maleficio a alguien, aunque sea por un instante (tipo a las modelos perfectas de las revistas). no me disgusta la bruja que tengo adentro (excepto los granos y esas beldades). convivo perfectamente con ella. es criticona, mandona, terca, caprichosa y bruta. mi bruja interior no sabe decir las cosas con suavidad. sabe escribirlas con más delicadeza, pero hablando, es un zapato. y no una sandalia fina, sino un caterpillar de esos de obrero. mi bruja interior despotrica, insulta y putea. es loca, además de bruja. se divierte con su maldad, pero en el fondo, tiene un buen corazón. a esta bruja le encanta asustar. le gusta remover conciencias, y despertar inconsciencias. es un poco bestia y un poco niña miedosa también, y a veces es por eso que se hace la mala. a esta bruja también le gusta que la abracen, y que le digan que es linda, por lo menos muy en el fondo. y le gusta aliarse con otras brujas para hacer pociones (deliciosas, que se comen y definitivamente no las hacen más lindas, pero sí más felices), para planear ataques vudú y para llorar por lo brujo que es el mundo con ellas. a esta bruja le gusta reir. soñar. planear. compartir. igual que a cualquier princesa y cualquier hada madrina.

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