martes, 15 de febrero de 2011

fuerzas desarmadas




a veces tengo que respirar hondo y rendirme. como hoy. era eso o las lágrimas, y en realidad un poco de ambas cosas. la campaña del ejércitos viene tratándose, básicamente y vaya paradoja, de una especie de guerra en la que no tengo aliados ni bombas atómicas. y es que llegamos a puntos de discusión en los que es tanta la tensión que parece que todo va a explotar. o por lo menos, adentro mío, algo estaba desbordándose. eran esos niveles de estrés que están con marea alta la mayoría del tiempo, pero de vez en cuando una gota rebasa todo, y se transforman en tsunamis de angustia o ira o frustración. hoy pasó eso. fue más que una gota, fue la lluvia del día más los argumentos que nadie entiende más el diálogo de sordos más el cansancio y el hecho de que al parecer no avanzamos. también hechos externos a esa aula 302 cargada de rabia. sensiblerías de fuera, porque todo suma a la hora de derrotarnos. y al final se trata de respirar hondo y contener las lágrimas que delatan mi desesperación, y respirar hondo otra vez, porque con una vez nunca me alcanza para desatar el nudo que se me arma en la garganta. y creo que lo sigo teniendo, y también las lágrimas, contenidas en un muro de insensibilidad precaria que me he construido por un rato. un muro que volvió a derrumbarse un poco al hablar de mis cosas con una voz conocida y amable que tiene poder de curación, una voz que siempre va a ser especial. un muro que reconstruí con un rato de televisión sosa, una sopa de calabacín y una natilla de postre (alias cremita tipo conaprole de vainilla). un muro que pude mantener en un rato de amigable conversación con mis convivendos. un muro que otra vez se está derrumbando con cada palabra que escribo, con cada parte de mí que extraña, que siente, que duele, que necesita un abrazo firme. un muro que dejaré caer del todo bajo la pesadez de mis mantas, que apoyaré piedra a piedra sobre mi funda de almohada azul marino de ikea, y deslizaré entre mis párpados cansados que intentarán soñar con que mañana amanezca soleado, y con que reine un poco la paz.

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