lunes, 3 de octubre de 2011

teletransporter

a veces, salir del mini núcleo donde uno vive hace bien para el sentido crítico. para ver lo bueno y lo malo y lo ridículo. y darse cuenta de que no todo es tan genial afuera, ni tan genial adentro. basta mirar un ratito las noticias españolas y salta a la vista que no todo se hace muy primermundialmente en europa. de hecho, desde acá se mira a américa latina con una rara admiración. con gente tomando wall street, las bolsas en caída libre, grecia hecha un caos y los demás países diciendo que no están en quiebra (pero se hacen pipí encima), los políticos españoles encuentran tiempo para pasarse entre ellos las culpas de todo lo anterior, como si la previa al 20-n fuera una patata caliente. mientras leía las portadas de los diarios, hace un rato, me vino una sensación brutal de necesitar imperiosamente estar sentada en el sofá de casa, rodeada por mis hermanas y mis padres, quizás esperando que llegue el delivery y charlando de todo y nada a la vez. necesitaba con fuerza la cálida luz mostaza de la sala de estar, el gato echado con desparpajo en algún rincón, los pies apoyados en la mesita y a papá y mamá sirviéndose un vino o terminando el mate, y esa calma de la tardecita mirando los noticieros eternos de uruguay, la media hora de deportes en que llega la muzzarella y después la cocina, la mesa alta, el revuelo de platos y coca cola, el comer en familia y el postre que seguro papá trajo de tienda inglesa, aunque se haya olvidado de traer leche y papel higiénico. necesitaba con desgarro, con ansias, todo eso, y tener por un instante al menos ese calor bendito. no falta mucho, pero lo necesité hoy.

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