jueves, 20 de septiembre de 2012

Gay people

Sí.


Homosexuales.
Gays.
Trolos.
Lesbianas.
Tortas.
Putos.
Maricas.
Marimachos.
Invertidos.
Bolleras.
Mariposas.
Anómalos.

Homosexuales. Eso. Gente que le gusta gente de su mismo sexo. Niños que gustan de niños. Niñas que gustan de niñas. Gente. Personas. Hombres y mujeres. Seres humanos que aman seres humanos. Como todos. Gente que se acuesta con gente. Como todos. Personas que buscan a alguien en quien depositar su afecto. Como todos. 

Conozco a mucha gente. Algunos son homosexuales. Algunos no. Tuve el honor de estar cuando se abrieron  algunas puertas de clóset. Recibí confianza. Mucha, de muchos lugares distintos. No sé qué tan bien la he sabido respetar. Lo que más me cuesta es ver lo difícil que es hacer notorio algo que no hace la diferencia.  Es amor. Es sexo. Es besos y abrazos. Da igual con quién. Por lo menos a mí, me da igual con quién mis amigos, conocidos, compañeros, tengan ganas de hacer esas cosas. Me duele que otros tengan miedo. Me molesta no poder hablar normalmente de chicos lindos con chicos, o de chicas lindas con chicas, porque reina ese temor gigante de que alguien escuche, alguien comente, alguien repita, alguien se entere, y todo salga a la luz.

¿Qué es todo? ¿Qué es la luz? ¿A quién mierda le importa? Para mí es fácil, porque no lo vivo en carne propia. A mí me pasa que me gustan los individuos del sexo opuesto, por alguna circunstancia determinada de mi naturaleza y mi forma de ser. No es una opción mía. Es así, se dio así. Me gustan mucho más los varones. No me tengo que preocupar por dieciocho mil traumas extra. No tengo que esconderme. No tengo que tener una doble vida. No tengo que irme a otro país para ser libre y poder besar a una mujer en la calle. Ese chip interno instalado que se desarrolló para el lado de que me gustan los hombres me ahorró un montón de inconvenientes. 

Es duro ver a alguien que no puede ser feliz porque tiene terror. Pánico. Porque muchos homosexuales tienen pánico. De lo que va a decir la familia, de que los amigos los dejen de lado, de que los señalen, de que los insulten, de que los traten como algo menos valioso. No sé cómo disminuirles ese pánico, porque es real. Porque la sociedad, hoy, tiene una cabeza chiquitita. Sobre todo acá. Sobre todo en este país enano y en esta ciudad microscópica, donde hay apenas dos boliches gays y una tolerancia superficial. Montevideo gayfriendly las pindongas. La mayoría de la gente que conozco se erizaría de repulsión o de shock o de morbo ante una pareja de hombres besándose en una parada de ómnibus.  

No sé cómo concluir este post. Lo que sé es que hay mucha gente que quiero que es homosexual. O que tiene un padre gay. O una hermana lesbiana. O un primo puto. Probablemente todos ustedes que leen esto tengan algo de eso. Probablemente muchos ni lo sepan, porque esa persona todavía no se animó a contarles. Como si fuera un deber a la sociedad andar contando con quién tuviste relaciones, o a quién te interesaría conocer íntimamente, o por qué te erotiza más tener sexo con alguien genitalmente igual a vos. No lo es. 

Pero se siente como si lo fuera. Debería ser algo que surge, que no hace falta que se explique. Pero no. Porque no es "lo normal". No es "lo esperado". Es "la anomalía". Entonces hay que aclarar: "soy gay". Dos palabras que en la absoluta mayoría de los casos llevan un mundo desgarrador atrás. No tendría que ser así.  No sé cómo hacer para que no sea así. Sé cómo escuchar y dar mi parecer y acompañar a bailar y a shows de drag queens. Pero no sé cómo hacer para que sea normal. Para que sea lo que es, una forma de vivir que no se elige, que se vive nomás, como todos vivimos lo que nos toca. Algo estructural, sí, y muy central de cada uno, que probablemente afecte en más de un sentido la vida de quien prefiere a personas de su mismo sexo. Pero no algo horrible. No algo ajeno, desfigurado, enfermo. Una normalidad más, como lo son tantas. 

Cada tanto me agarra la desazón y me preocupan cosas. Es parte de mi normalidad. Disculpen.   


3 comentarios:

  1. Suscribo plenamente a lo que dices, querida mag.
    En lo personal, no solo me provoca cierto desencanto, sino que también me genera enojo e impotencia.
    Qué se yo...

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  2. Hagamos lo que esté a nuestro alcance, supongo, ¿no?

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  3. Yo soy chico. Y me gustan las chicas. No puedo evitarlo. Si por este motivo la gente se riera de mí o me marginara, si no pudiera contarle a mi familia y amigos que me gusta ésta u otra chica, sería la persona más infeliz del mundo. Así de fácil.
    -g-

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