domingo, 29 de mayo de 2011

trancoso + viseu + santa cristina

trancoso.
el pueblito tenía su encanto al final. un castillito bastante intacto en la parte más alta, el centro amurallado y callejuelas empedradas bordeadas de casas pequeñas, con puertas para enanos. el sol ayudó a que pareciera un lugarcito alegre donde vivir, modesto y cargado de historia. donde un zapatero del 1500 una vez le dijo al rey que se iba a caer su monarquía, y nadie le creyó, pero sus profecías se hicieron realidad, y hoy su nombre (bandarra) aparece en varios lugares del pueblo.







viseu.
algo más ciudad, con la decrepitud ya típica de las ciudades portuguesas. una plaza con dos iglesias enfrentadas. de un lado, la catedral, gris, oscura, pero que encierra un museo bastante interesante de cosas religiosas. del otro, una iglesia blanca, alegre, limpia, y donde la gente iba a misa. después se empezaron a reunir personas vestidos (supongo) a la usanza de los antiguos campesinos de la zona. y me dio la cara para pedirles que posaran conmigo en una foto. fue como transportarse instantáneamente unos siglos para atrás. y el momento quedó inmortalizado.



a



pousada solar da rede, santa cristina.
colgada en la ladera de una colina a orillas del rio douro (duero). así estoy ahora, escribiendo desde el palacete que fue restaurado para convertirse en posada. entre jardines y viñedos, con la vista del río a mis pies y los molinos de viento coronando las montañitas tapizadas de mil verdes. no hay iglesias que visitar, pero la tarde se dedica al descanso. el tiempo está raro, pero combina con el lugar. las tormentas asoman en distintos rincones del horizonte lleno de curvas. afuera huele a húmedo, a flores y a piedra. las uvas son pelotitas minúsculas que empiezan en la puerta de mi cuarto y se extienden infinitamente como escaleras hacia abajo. mi habitación es una pequeña casa con ventanas al precipicio.







mañana a braga, donde vamos a estar en otra posada como esta durante dos noches. mucho tiempo para pensar, descubrir detalles y disfrutar del paisaje que cambia constantemente en las ventanas del auto.

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