martes, 26 de julio de 2011

ma ta me



te das cuenta de que sos el último orejón del tarro cuando vienen simpáticamente y te dan una listita de 200 personas y te dicen que tenés que llamar a cada uno y preguntarle si le llegó un paquete.

te das cuenta de que odiás tu trabajo cuando llamás al primero y balbuceás, y el tipo -que es nada menos que director de marketing del corte inglés- no te atiende porque salió a comer o tiene alguna cosa más importante que hacer que atender a una pelotuda que pregunta si le llegó un paquete.

te das cuenta de que te vas a ahogar en el aburrimiento cuando el curso al que te mandan es sobre manejo de bases de datos.

te das cuenta de que querés cortarte las venas con el resaltador amarillo flúo cuando lo más emocionante de tu día laboral es decidir con qué grado de azúcar querés el café. mentira, lo más emocionante es que el café es gratis.

te das cuenta de que estás en el máximo horno cuando pensás en robarte el papel higiénico de la empresa, o llevarte latas de cocacola a tu casa porque cuestan 0,15 euros, o alguna libretita extra de postits, lo que sea con tal de sentir que no te están explotando tanto, y que de alguna manera le estás ganando -o empatando- al sistema.

te das cuenta de que no te entusiasma ir a trabajar cuando estás más cómoda en el metro que en la silla de la oficina, y deseás que el viaje dure un poquito más para leerte alguna otra página del libro, a pesar de que el libro es flojote y tiene como 800 páginas.

te das cuenta de que no es lo tuyo cuando recién cumplís una semana de trabajo y ya estás pensando en que se cumplan los tres meses de contrato para escapar de alguna forma. te das cuenta de que no sabés si estás perdiendo el tiempo o aprendiendo o sufriendo o haciendo engordar el currículum. te das cuenta de que no lo disfrutás porque te das cuenta de que se dan cuenta de que no lo disfrutás, y hasta les da lástima pedirte que hagas cosas que apestan. o te tratan de boluda, y creo que prefiero eso, así no me piden que me arrastre entre la mierda que nadie quiere hacer.

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