sábado, 23 de julio de 2011

otro madrid

salgo de casa pretendiendo hacer la ruta del parque del oeste y el templo de debod, que ya sé que son 6 km. pero la noche de sábado está agradable y quiero innovar y quiero no tener rumbo y quiero ver qué pasa afuera. así que salgo y paso por atrás de la universidad y por el camino de siempre hacia el máster, y huelo la colonia de la gente que sale a cenar, y me siento un poco pichi en mis shorts de correr y mis championes, pero sobre todo me siento pichi por no tener con quién ir a cenar un sábado de noche, ni para quién perfumarme.

y me sorprendo encontrándome bajo los tupidos árboles de plaza españa, atravesándolos, viendo a gente solitaria en los bancos, a parejas en los bancos, a turistas caminando por ahí, a una mujer que me pregunta, cuando hacía rato que dejé la protección de los árboles, dónde quedaba el metro de plaza españa, y medio que le indico, y allá va. mucha gente me pregunta cosas por la calle, no sé si es que parezco madrileña. creo que descubrir que hablo en rioplatense no es una sorpresa muy grata para alguien que anda perdido por madrid. pero les indico, como puedo. me gusta que la mayoría de las veces sé lo que me están preguntando.

llego al palacio real, donde todavía quedan familias y grupos tomando helados en el pastito de la plaza. es una de las plazas que más me gusta. la atravieso, mirando como cautivada la mole del palacio iluminada, ese bloque blanco enorme lleno de ventanas y de historias y de estatuas que gracias a mi abuelo ahora sé lo que tiene adentro. paso al costado de la ópera, donde la gente mira el palacio también, desde una terraza, engalanados todos, guapos todos, como si no tuvieran más preocupaciones en el mundo que ver el palacio iluminado y gastar euros en cenas y butacas de la ópera.

como contraste, en la plaza de ópera donde está, valga la redundancia, la boca de metro de ópera, esa que hace un año exactamente era un agujero en obras, hoy es una linda plataforma de cemento donde se exponían unas fotos en blanco y negro. fotos de vagabundos, de gente de la calle, de gente fea y con muletas, tullidos, viejos, borrachos, locas, gente que duerme en portales rodeados de bolsas y de perros. una exposición que es como un pequeño grito de mudos que la gente rica no oye, porque está mirando el palacio, justo del otro lado del edificio, de espaldas a la plaza y las fotos.

camino por la calle arenal, donde unos bailan ruso y otras zapatean flamenco y otros sólo tocan la guitarra con una rata blanca puesta arriba de una caja de cartón, y la gente se para a mirarlos y pocos les dejan monedas, sólo interrumpen el tránsito peatonal de esa calle de peatones y artistas callejeros. se presiente que hay algo adelante, y es la vibración de los indignados en sol, nuevos indignados, más indignados, que vienen de todas partes de españa, caminando supuestamente desde hace un mes.

sol tiene carteles sobre la dignidad, vuelve a ser la plaza solución, la de los movimientos sociales, la de las quejas y las asambleas. me escurro entre la gente para intentar atravesarla, pero es imposible casi, tardo mucho, atrapada entre peludos y turistas y curiosos. en sol no huele a colonia de salida pija de sábado, huele a camping y a rastas y a juventud radical, huele a manifestación y a desesperación; huele a patetismo, porque los líderes que hablan por megáfono no saben ni qué decir, y sus discursos pegan en una urss stalinista pero no en españa del 2011. hablan de revolución y de pueblos y de compañeros y de que mañana será la victoria. pero yo no sé qué van a ganar, ni siquiera entiendo bien su lucha, aunque la admiro, los admiro, y admiro las ganas de hacer cosas, a pesar de que después se les quedan enredadas en discusiones políticas infructíferas, en demagogia y en caos. en un momento se contactan con parís, con indignados en parís, supongo, y no se oye ni se entiende bien, pero sólo el hecho de que estén organizados lo suficiente como para transmitir la voz de un parisino me asombra.

no puedo atravesar la plaza, la gente me aplasta, el hacinamiento es enorme cerca del punto central de la asamblea, y tengo que escurrirme por la calle montera, donde las prostitutas siguen junto a sus árboles, las tiendas de tatuajes están abiertas y el movimiento es constante, ruidoso. llego a gran vía, la arteria mágica de madrid, y sigo rumbo a cibeles, alcalá (alcalá significa tanto), y ya cambia la ciudad al estar en esa esquina del barrio de salamanca, donde la gente guapa que va a la ópera toma un aperitivo en las mesitas de la vereda, con el perro atado a la silla, y hasta el perro tiene un platito con agua o comida. las vidrieras muestran mundos imposibles, la calle respira otra tranquilidad, otra dignidad, son calles de ricos, de niños pijos, chicas en taconazos y señoras con bolsos luis vuitton.

no recorro mucho ese barrio. evito mirar algunas calles, conocidas en algún tiempo, y algunas terrazas y algunos portales. me vuelvo por recoletos hasta colón, hasta el edificio más feo de madrid, que es marrón con un verde agua y parece que está suspendido en el aire. lo de colón es un fraude, no mira al colón de nueva york, lo he pensado y repensado. este colón mira en dirección sur, si no me equivoco, y el ángulo nunca le puede alcanzar para ver a ningún colón de norteamérica. pero bueno, sigo por génova, hasta alonso martínez, y ahi veo la fuente iluminada, y después más adelante la de bilbao, y más adelante la de san bernardo, y ya casi estoy en casa.

he recorrido casi siete kilómetros de madrid intenso, de madrid turístico, madrid céntrico, madrid puro y duro. y llego a casa con un nudo en la garganta y una tristeza enorme. madrid me entristece hoy, y hay muchas veces que me entristece últimamente, que se me muestra inhóspita y cruel, que me deja sola. sigo queriendo a esta ciudad, pero algunas cosas suyas me han decepcionado. no sé hasta cuando estaré acá, porque me he quedado sin proyectos.

no sé si me enamoré de tí, o de una idea de tí, o de una idea de mí contigo. but i'm heartbroken. sin tu compañía, o el recuerdo o la esperanza de tu compañía, madrid ha perdido mucho de su encanto.

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