viernes, 25 de noviembre de 2011

hit me baby one more time

Hoy es 25 de noviembre y por ende se celebra internacionalmente el Día de la No Violencia de Género, o Día de la No Violencia Contra la Mujer, o Día de la Violencia de Género (en positivo, sí), o el Día Internacional para Eliminar la Violencia Contra la Mujer, como lo llama Michelle Bachelet en una columna de El País (de España). Más allá del desacuerdo de denominaciones, queda claro que lo que se pretende machacar en la cabeza de la gente es que hoy hay que, no sólo no pegarle a ningún sujeto femenino, sino además recordar a todas las mujeres que murieron víctimas del maltrato, de la violencia machista, de la violencia de género o como sea que se decida llamarle al trato abusivo de un hombre hacia una mujer.

Lo que yo no sabía era que la idea de hacer de hoy una jornada de reflexión sobre este tema viene de una propuesta de la República Domincana a la ONU, a raíz de que un 25 de noviembre, pero de 1960, fueron asesinadas las hermanas Mirabal por orden del dictador Rafael Leónidas Trujillo. Patria, Minerva y María Teresa fueron molidas a palos cuando iban a ver a sus maridos, que estaban presos por conspirar contra el régimen. Un poco injusto para los maridos, que no tuvieron nada que ver con sus muertes, que se recuerde hoy como el día de las mujeres golpeadas.

La historia de las Mirabal la leí por primera vez esbozada en "La Fiesta del Chivo", de Mario Vargas Llosa, y la profundicé en "En el tiempo de las mariposas", de Julia Álvarez. Más allá de que tenga muy poco que ver con la violencia doméstica, y mucho con la injusticia política y la crudeza de la dictadura, además de con la personalidad estrafalaria y maligna de Trujillo, recomiendo con fuerza la lectura de cualquiera de esas dos novelas, además de cualquier otra lectura histórico verídica sobre el tema.

Volviendo al día no violento, que deberían ser todos, me detengo un segundo para analizar cómo se habló de ello hoy en España, que aparentemente sufre terriblemente de "violencia machista", y van 54 mujeres muertas por esta razón en 2011. De esas 54 que fueron asesinadas por sus parejas o ex parejas, se reflejó el hecho de que sólo el 26% había hecho una denuncia. Los informativos estaban muy preocupados en resaltar la importancia de denunciar, supongo que como factor preventivo. Hay unas campañas poco innovadoras en la calle y en la tele que pretenden hacer que las mujeres golpeadas llamen al 016.

En lo que me quedé pensando fue en las pobres 14 minas que sí hicieron la denuncia, y nada impidió que terminaran en un cajón bajo tierra. ¿Qué asegura entonces hacer una llamada? ¿Qué garantías ofrece la policía, o una orden de alejamiento, o cualquier recurso que interponga un abogado o un juez? Bastan dos minutos para que el tipo encolerizado se acerque con un revólver.

Claro que hay que denunciar, y calculo que será útil y la mayoría de las veces es una actitud sensata de parte de la misma mujer, como una forma de decir basta. Pero no sé si en la práctica tiene algún tipo de repercusión positiva cuando el asesino está de remate. Por lo menos este año, para 14 mujeres no sirvió de mucho.

El otro día hablé de machismo intrínseco. Sigo viéndolo por ahí, en los detalles más tontos, como en una serie de televisión en la que los hombres son los intrépidos exploradores, y ni se plantea la posibilidad de que las mujeres participen de la excursión, porque "puede ser peligrosa". Aunque sean estupideces de este calibre, son lo que siembra la idea general, subcutánea, de que está bien pensar así como sociedad. De que las mujeres son frágiles y tontas, y a la vez merecen ser reventadas a golpes si los hombres de sus vidas se sienten amenazados o desilusionados por algo que ellas hayan hecho, o que por lo menos sospechen que ellas han hecho, o para desanimarlas de hacer cualquier cosa, simplemente por las dudas. Esa idea pedorra de que las mujeres golpeadas "algo habrán hecho" parece arcaica, un vestigio increíble de hace siglos, pero hay muchos por ahí que todavía se rigen por ella, y lo peor es que no son sólo hombres.

Así que hoy me dedico a meditar sobre la violencia a secas, que generalmente es injusta e innecesaria, y siempre extrema. Venga de hombres o de mujeres, y esté dirigida hacia hombres, mujeres, niños, animales, ecosistemas, me parece un recurso que casi nunca va a estar justificado, y digo el casi porque no estoy segura de nada. Ojalá tenga pocos encuentros con la violencia, y ojalá, sobre todo, la encuentre cada vez menos dentro de mí misma.

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