martes, 6 de septiembre de 2011

extrospección



me dicen que soy pesimista y que veo todo negro. pero me lo dicen desde una distancia de 10 mil kilómetros. con tanta lejanía de por medio, no pueden ver que a mis amigos no les renuevan las miserias de pasantías en las que se esclavizan casi gratis desde hace meses. tampoco se vislumbra claro el miedo que tienen hasta los jefes de perder sus trabajos. ni el sálvese quien pueda que impone su omnipresencia dictatorial sobre la ética y las buenas costumbres. ni las reducciones de personal, la falta de formalidad laboral o la desvalorización total de la preparación profesional que tiene uno. con un título de máster acá se limpian el culo. lo único que apenas me salva es el inglés, porque en eso los españoles andan más flojo. pero no hay oportunidades. es como darse mil veces contra una pared imposible de escalar. veintiún por ciento de desempleo. eso quiere decir de que cada cinco personas adultas que me cruzo por la calle, una no está yendo a trabajar.

y encima "arreglan" la ley para que ahora los jóvenes podamos ser becarios eternamente, hasta los treinta años, sin que las empresas en las que nos esclavizamos estén obligadas a contratarnos. a 150 o 300 euros al mes, para ser becario hay que ser hijo de padres ricos. o muy pacientes. o ambas. la teoría es que con ese cambio se fomenta el empleo. pero qué clase de empleo? un mal empleo, un negreo más bien, con poquísimas expectativas y recompensas. yo no digo que no haya que empezar así. pero no puede ser que las empresas estén pidiendo pasantes con dos años de experiencia laboral, inglés, másters y casi que superpoderes. eso no es un becario. eso es una persona preparada para ser profesional. tenerlo cobrando 150 euros mensuales, a veces en tickets comida, y trabajando ocho o diez horas diarias, durante dos años es no sólo una falta de respeto, sino un signo evidente de que el mundo se viene abajo. y si encima ahora en vez de dos años son la equis cantidad de años que a uno le falten para cumplir 30, en mi caso, cinco y medio... el peso de la realidad nos aplasta como una bota gigante a una hormiga.

entonces desde uruguay me dicen que soy negativa. que "ya llegará" algo. que siga mandando currículums. hoy me enteré de un pibe, abogado, que mandó 104 veces su currículum. y no encuentra ni a alguien que le diga que no. porque también es eso. somos tan ínfimos, tan plancton en el último eslabón de la cadena alimenticia, que ni siquiera alguien se molesta en evitarnos perder tiempo y esperanzas en puestos de trabajo que ya se ocuparon. no-valemos-una-mierda. las empresas están blindadas. la gente sólo sale de ellas. y no es que salen todos contentos con mejores expectativas. no. salen porque les amarretearon en el sueldo, porque nunca les hicieron firmar un contrato, porque les prometieron cosas que al final resultaron mentira.

esto no es una queja contra las grandes empresas. no soy anticorporación ni nada que se le parezca. de hecho, estoy de becaria en una multinacional, y no me puedo quejar de mis condiciones a pesar de ser becaria. dentro del mundo de las pasantías sé que soy una afortunada. no quita que la mayoría del tiempo odie con saña lo que me mandan hacer (la responsabilidad nueva de este mes: repartir los periódicos). en realidad, es una queja contra el trato. sé que ya he hablado de todo esto. pero como es algo recurrente, de lo que escucho hablar todos los días, cada tanto me resurge la fiebre por lo mal que algunas personas tratan a otras. o lo poco serias que resultan ser ciertas empresas que parecían cobijadas por una reputación de compañía internacional intachable. no quiero dar nombres, aunque me saltan a la cabeza un par. y eso me apena, porque eran nombres en los que alguna vez me ilusionó trabajar. y probablemente mañana, si me ofrecieran un dream job ahí, iría corriendo. pero claro, queda ese tufo a mala leche, a inseguridad, a estructura inestable.

no me gusta sentir que hay que estar siempre haciendo equilibrio. y eso es cómo se trabaja hoy en españa. poniendo un pie cuidadosamente adelante del otro sobre la cuerda floja, intentando no caer en el abismo del paro, y esquivando los manotazos de los millones que intentan treparse. no me sabe bien. uno se envilece, se hace duro y cruel. todos competimos contra todos, pero es una competencia desesperada. el enchufe, el contacto clave, el soborno, todo vale en un ambiente desvirtuado donde casi nadie se atreve a abrir una puerta, por el terror a ser ellos mismos desahuciados.

pero bueno, no está muerto quien pelea, dicen. yo peleo, aunque ya sin el optimismo inicial de creer que podía comerme el mundo en dos panes. recauchuto mi cv, me armo un portfolio digital (hay que ser 2.0 como mínimo) y consulto a los que sí están dispuestos a darme una mano, aunque sea desde el otro lado del charco. me entristece pensar que españa está viciada, pero no me demuestra otra cosa. quedan tres meses y poco para quemar los últimos cartuchos. sino, siempre quedará montevideo. si algo me ha demostrado toda esta odisea es que el cambio, generalmente, es bueno. por lo menos, es como una fruta a la que no le hemos visto el jugo. el ámbito laboral español, a nivel publicitario al menos, es un limón exprimido que apenas suelta gotitas que no sacian la sed. no sé quién se bebe esa limonada, pero no está convidando a nadie.

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